lunes, 7 de abril de 2014

Diario de Hitler. (Miguel Ángel.)



Hoy, 29 de abril del 1945, en mi hora más oscura, solo acompañado por un profundo pesar, mi amada perra Blondi y mi fiel secretaria Traudl Junge, elegida entre muchas en mi santuario “La Guarida del Lobo”, dicto unas palabras que solo hacen que mi pecho se llene de ira… Yo, que fui un joven austríaco y un simple soldado en La Gran Guerra llegué a llevar la esvástica decorando mi uniforme al igual que el de muchos más compañeros pertenecientes al partido nacionalsocialista de los que ahora solo quedan unos pocos acompañándome en éste búnker en el que sigo esperando un último escuadrón puro, de raza aria, para que irrumpa en Berlín como hicimos nosotros en Francia y acabe con todos esos sucios comunistas liderados por Stalin y promovidos por el Komintern pero… Eso no va a ocurrir… No dejaré que me atrapen como a Mussolini en la República de Saló, eso está claro. Ni a mí ni a mi querida Eva Braun, la cual ahora lleva orgullosa el apellido de su esposo… El gran führer, el magno Hitler.

Ahora me gustaría tener entre mis dedos el preciado Santo Grial, beber de su contenido y hacerme eterno, inmortal. Volvería a quemar mil veces el Reichstag si fuese necesario para salvar el III Reich aunque lo veo todo oscuro, negro. Mi cuerpo apenas me responde, ya no solo por mis acuciantes problemas de salud… Si no por la humillación que siento ahora mismo al ver a mi hermoso país caer como un zepelín… Siendo derrotado por los que dictaminaron el denigrante Tratado de Versalles y a los que bombardeé con Cohetes V2: Una Rusia que fue devastada por nosotros gracias a la Operación Barbarroja, haciendo a los rusos comerse unos a otros en Leningrado, los cuales no pensábamos que lograsen levantar cabeza hasta la guerra de Stalingrado, donde hicieron que retrocediésemos. Una Francia con apenas poder dirigida por De Gaulle y un París arruinado por culpa de nuestra impuesta Francia de Vichy, con Petain a la cabeza. Una Inglaterra con Churchill al mando que casi no pudo resistirnos en La Batalla de Inglaterra contra nuestra poderosa Luftwaffe comandada por Göring y… Ahora bombardea nuestras ciudades… Tal como hizo en Dresde, matando miles de civiles y soldados. Una Italia traidora como Himmler y desmembrada y… Como colofón final… Unos Estados Unidos presididos por Roosevelt, traídos como regalo por Hirohito y su creciente Japón por culpa de su bombardeo en Pearl Harbor, llegando a nosotros en el Desembarco de Normandía. Y pensar que nos subestimaron tanto como para creernos vencidos hace dos meses, en Yalta aunque... No se equivocaban, estamos perdidos.

Yo, Adolf Hitler, autor del Mein Kampf, me dispongo a ser envenenado con cianuro y después incinerado por Otto Günsche junto a mi esposa mientras rememoro mi ascenso hasta este fatídico día… Recuerdo mis comienzos en el partido nacionalsocialista siendo en el Putsch de Múnich encarcelado junto a Rudolf Hess, el que sería mi fiel ayudante en un futuro no muy lejano. Luego de salir y escribir mi famoso libro entre rejas, en 1933 gané las elecciones disolviendo la República de Weimar y quedándome con el gobierno de Hindenburg. Un año después hice que la SS se impusiese a la SA en La Noche de los Cuchillos Largos, acabando con ellos. Dos años después se celebraron las Olimpiadas de Berlín donde pudimos demostrar la maestría de los arios en el deporte si no hubiese sido por el yanqui Jesse Owens. Años más tarde dirigí el Anschluss e hice que Austria se uniese a Alemania, haciendo lo mismo con los Sudetes en 1938. Nadie podía pararnos, todos nos temían incluso La Gran Inglaterra presidida por Chamberlain, el cual no nos puso frenos en la Conferencia de Múnich para adquirir Los Sudetes. En toda Europa nos temían e incluso en África nuestro imperio causaba pavor, teniendo a Rommel comandando el Afrika Korps…

Yo, el Führer, que me atreví a imponer la superioridad de los arios ante la religión cristiana y a la semita, siendo objeto de crítica del Papa Pío XII aunque no se atrevió a contradecirme. Salí ileso de la Operación Valkiria, dirigida por Claus Von Stauffenberg donde se me intentó asesinar. Creé la Solución final, la cual consistía en exterminar a los judíos y gitanos que teníamos en los campos de concentración, creando campos de exterminio como Auschwitz o Treblinka para acabar de una forma barata y rápida con los enemigos de Alemania y no tan lenta, poco eficiente y costosa como fusilar a miles de judíos como hicimos en Odessa o en la Noche de los Cristales Rotos acabando también con las razas impuras establecidas en las leyes de Nuremberg, sin dejar escapar a judíos como Einstein o Thommas Mann.



Esta fue mi lucha, la lucha de mi esposa, la de Goebbels y su familia, la de Mussolini, Franco, la de Hiroito, la de Traudl, la de Rommel, la de Göring… La de todos los nazis y fascistas, la de nuestros aliados y… Perdimos.

1 comentario:

  1. Bien planteado y bien integrados los términos de la tarea. Mucha implicación en el desarrollo colaborativo del blog. Te animo a seguir con esa dedicación al tiempo que ser también más regular en la preparación de los exámenes.

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